Es una pena que el acceso al Focoforo sea, actualmente, restringido a sus usuarios. Es una pena porque limita el acceso libre a sus siempre estimulantes contribuciones, y porque, para ustedes, gran parte de lo que voy a decir quedará, inevitablemente, mutilado.
De un hilo del Focoforo surge, hace una semana, la iniciativa que da título a este post. Después de varios hilos exegitzando a Joss Whedon un usuario habitual decidió seguir el consejo general y se calzó cuatro temporadas seguidas de Buffy the Vampire Slayer, la mejor serie de la historia. Nos lo contó avivando uno de esos hilos, lleno de entusiasmo, y unos cuantos fans de la serie volvimos a responder con el mismo amor. Hasta que el moderador sugirió un visionado colectivo: cada uno en su casa, un día de la semana, episodios programados, de la primera a la séptima temporada; un subforo para comentar los capítulos; y un hashtag en Twitter, consensuado, medido en su uso, porque todos sabemos que, como sentenció el @hematocritico, los tróspidos se tuitean, pero Buffy SE VE.
Me sumé, como no podía ser de otro modo: es mi serie favorita y llevaba un año sin revisarla, lo cual, para mí, es una eternidad. El pasado lunes, a las 22:30, dio comienzo #buffyentreamigos.
Y lo más sorprendente en estos días de segundas pantallas o de pantallas segundonas, es que apenas tuiteamos.
Con otros usuarios he disfrutado de algunos momentos televisivos memorables en Twitter: un visionado de Muertos de Risa en el que Alex de la Iglesia acabó participando en la conversación; o la serie Apocalipsis asesorada históricamente por @Pornosawa o @Mr. Winters comentando al detalle lo que hace tan grande a un STUKA. Una gran mayoría de los participantes de #Buffyentreamigos son leales contribuyentes de los experimentos tróspidos comandados por el @hematocritico en su afán por pasarse Internet varias veces al día y retorcer el media tasking de manera que ha acabado por servir a un propósito opuesto a la hagiografía corporativa con la que las cadenas empezaron entendiendo Twitter . Lo verdaderamente sorprendente de #Buffyentreamigos son sus un tanto anacrónicas reglas en la realidad audiovisual en que nos movemos.
Buffy no se tuitea. Buffy se ve.
#buffyentreamigos reniega de los conceptos icónicos de la televisión social: evita la multidifusión (aunque “a misa no se va cuando uno quiere sino cuando toca”, acabamos aceptando a regañadientes las repescas durante la semana) y la multipantalla. Pero es un acontecimiento radicalmente social: ni siquiera es la parrilla de un canal quien nos impone el lunes para día de visionado. Un consenso grupal ha contraprogramado. De hecho, los usuarios que más utilizaron el tuiter eran los menos involucrados en el grupo: nuevos usuarios del foro, amigos que decidían unirse al hype sin ser usuarios, ni intención de serlo en el futuro.
Hace unos días, en un sentido similar, José Ignacio Galán declaraba, triunfante, el GAMER como Homo Superior del Fan, ese triste trasunto pop del fanático. Siguiendo el mismo juego etimológico, mientras un gamer tendría sus DVD o sus descargas funcionando en cualquier momento (¡porque eh, eso es el futuro!) y lo comentaría a la vez vía Twitter en su móvil; o incluso echaría una mirada fugaz al episodio en la tablet mientras se decide el partido que ganaremos como nunca y comenta ambos en twitter; un grupo de fanáticos hemos cambiado el juego por la comunión.
El hilo dedicado al análisis de la primera temporada pasa ya de las 200 contribuciones y llevamos tan sólo dos episodios vistos. Párrafos largos, estudios de personaje, aviso de spoilers para los vírgenes, que, por su corta edad o su demasiada edad y prejuicios, no disfrutaron de la serie en su momento. Posts en los blogs de usuarios eminentes, y fanart exclusivo, como esta preciosidad de poster de Manuel Bartual.
Incluso yo misma, que empecé un fanfiction de Buffy hace unos años, excusándome en “hacer músculo” porque había empezado a escribir realities, he desempolvado mi user. Sin ser yo nada de eso.
#buffyentreamigos es un rito. No sabía @Narbiz cuánto acertaba en su símil con la hora justa de comulgar. Creo que pocas obras pueden permitirse el lujo de presumir de tener un colectivo de seguidores que tomen tan en serio su disfrute. Seguidor, fanático, fiel, en resumidas cuentas.
Reducir el concepto de media tasking a una sola forma de expresión se adivina, con inventos como este, algo pueril. Frente a las pantallas, segundas, terceras, primeras, sólo hay una verdad: la historia. Es la cadencia de ésta la que condiciona la participación. En el caso de Buffy, que si no lo hemos dicho ya, es la mejor serie de la historia, las emociones son las que dirigen la experiencia. De una forma inconsciente (o quizá no tanto), #buffyentreamigos no ha apostado por una experiencia pasiva, sino por darle todo el protragonismo a la historia y eliminar el ruido. Viva Buffy, viva Willow, viva Xander, viva Giles, viva Spike. Viva Whedon. Y que vivan los fans.