Este post forma parte del proyecto conjunto Adopta una autora.
¿Saben ese producto cultural que parece un catálogo de Benetton? Aquí una mujer, aquí un latino, un negro por allí, más allá un gay. ¿Les suena ese paisaje?
Claro que nos suena. Porque es la pura vida real, cuanto antes lo asumamos mejor. Cuanto antes entendamos que nuestra piel más o menos rosada es poco más que una anécdota fisiológica, mejor. Cuanto antes entendamos que lo prefabricado son nuestras ciudades con carril bici, nuestros colegios con niños iguales y nuestros productos culturales concordantes mejor para nosotros y mejor para todos los que no comparten nuestros privilegios porque no se nos parecen.
En este contexto vengo a presentar a Willow Wilson.
Willow Wilson (Nueva Jersey, 1982) ha dicho en más de una ocasión que su obra se dirige a la Generación Por Qué (después de la X llega la Y griega, léase en inglés para pillarlo).
También a ella le habrán preguntado a menudo por qué.
Por qué te gustan los cómics si eres una niña.
Por qué te enamoras del Islam si eres blanca.
Por qué lees cómics occidentales, hermana.
Por qué te gustan los superhéroes si eres una mujer inteligente, intelectual y progresista.
Por qué escribes fantasía con lo necesaria que sería tu voz, hermana, en asuntos más serios.
Por qué te pones un velo si eres feminista.
Por qué trabajas en la decadente industria del entretenimiento occidental, hermana.
Por qué trabajas en la decadente industria del entretenimiento.
Willow Wilson es tan «otra» que ni siquiera encaja en una sola de nuestras estrechas definiciones del Otro. Musulmana conversa, practicante y visible. Comiquera desde la infancia, jugona, marvelita y asidua de convenciones. Toda su obra consiste básicamente en eso, en desvelar al Otro y volverlo del revés. En identificarnos con el Otro, y no solamente con esos Otros que nos hacen sentir bien (un concierto por aquí, un tatuaje de henna por allá). Willow Wilson es musulmana y con sus palabras el Islam nos dice HOLA (o más concretamente nos dice Assalaamu Alaikum), estamos aquí, nos vamos a quedar. Y más aún, nos vamos a quedar porque somos vosotros.
Willow Wilson es Kamala Khan, aka Ms. Marvel. Willow Wilson es Alif el Invisible, un hacker fugitivo. Willow Wilson es Tova, una soldado desertora. Willow Wilson es Blythe, un piloto con agorafobia. Willow Wilson es sus personajes, todos ellos Otros de muchos otros. Y lo mismo escribe para Marvel que hace un comentario al Noble Corán.
Willow Wilson es también una creación americana, porque en ningún otro lugar sería pensable (y mucho menos en Europa) que hubiera editores lo bastante valientes como para publicar sus historias. Recibí el último volumen de Ms. Marvel el mismo día que una novelista española decidió explicar otra vez cómo tenemos que vestir las musulmanas por nuestro propio bien, y haciendo caja. No puede ser de otra manera, puesto que la vestimenta nos revela y les recuerda que existimos. La obsesión de las intelectuales europeas con «la vestimenta de las musulmanas» choca de plano con superheroínas suníes enmascaradas con burkini y dupatta. Que resuelven crímenes, luchan contra aliens y que sobre todo, sobre todo, dejan de necesitar los consejos de las intelectuales europeas.
Willow Wilson sería también invisible, como sus protagonistas, en un país como España cuyas comunidades musulmanas suelen invertir más tiempo en destruirse proyectos mutuamente que en construir un proyecto común juntas. Para que luego digan que no se puede ser a la vez profundamente musulmán y profundamente español.
Para Wilson el Islam no es algo que debamos representar necesariamente en positivo: es sencillamente algo que es, que vive, se mueve, respira y que adopta tantas formas y expresiones como musulmanes y musulmanas habemos en el mundo. Aunque después de todo, quizá Wilson y sus letras sólo son posibles en un país donde también es posible que un perfecto supervillano (¡hasta el color!) sea elegido presidente.
Un comentario en “#AdoptaUnaAutora Willow Wilson: por qué”
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