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Canal Solidario – Cultura, opinión y Derechos Humanos

Siendo responsable de contenidos de HacesFalta.org escribí toda clase de contenidos, guías y teletipos para usuarios.

Con el tiempo también me hice cargo de los textos de Cultura y perfiles en profundidad tanto para HacesFalta como para CanalSolidario.org. He rescatado algunos que pueden leerse aquí.

Anita Roddick, la cosmética limpia

Publicado en Canal Solidario en 2002

Asegura que se decidió por la cosmética “por irritación: me reventaba ver chicas de 16 años anunciando productos antiarrugas para mujeres de 50”. Así fue como esta ex trabajadora de Naciones Unidas, hija de inmigrantes italianos, decidió abrir una tienda de productos de belleza en Brighton tras haber vivido en el Pacífico Sur, Sudáfrica y Madagascar.

El primer The Body Shop abrió sus puertas en 1976. Anita empezó a vender cosméticos a base de recetas naturales que había aprendido de otras mujeres a lo largo de sus viajes, sin apenas publicidad ni envases especialmente atractivos, y ajustando al máximo los precios. Diez años antes de que las etiquetas ecológicas invadieran el mercado de la belleza, la tienda de Anita aseguraba no probar los productos en animales y disponía de un servicio de reciclaje y rellenado de envases. Ella recuerda que “a algunos clientes les vendíamos la crema en botellas de refresco”.

”El poder del consumidor consciente”

La escasez de recursos había obligado a Anita a reciclar, reutilizar y reducirlo todo, pero esa economía de medios acabó convirtiéndose en el elemento diferenciador de la marca. Anita se dio cuenta del poder que la actividad de su tienda tenía sobre los clientes, de modo que decidió incorporar sus compromisos sociales a la recién creada imagen corporativa. En menos de diez años, el matrimonio Roddick, con su tienda ya convertida en una cadena de franquicias que se expandía por toda Europa, sacó la compañía a Bolsa y consiguió más beneficios que nunca. Entonces fue cuando apostaron definitivamente por otras alternativas al sistema tradicional de mercado.

Resulta muy difícil distinguir la línea que separa a Anita Roddick de su empresa. Sus compromisos corporativos parecen proceder, casi en su totalidad, de iniciativas personales, o son asumidos plenamente por el matrimonio Roddick tras la asunción por parte de la empresa. En este sentido giran sus acciones en contra de la experimentación con animales por parte de la industria cosmética, su sistema de reciclaje y campañas de apoyo directo a ONG, entre las que destaca el proyecto “Niños en el Filo”, una iniciativa de la propia Anita para ayudar a los niños y niñas de los orfanatos rumanos.

Durante los años de dictadura de Ceauscecu era obligatorio tener cinco hijos como mínimo por familia. Dada la escasez de recursos económicos, miles de niños acabaron en orfanatos. El primer paso de “Niños en el filo” fue recaudar fondos para restaurar tres orfanatos. A continuación nació el programa “Juegos en Rumanía” donde cada verano, voluntarios de todo el mundo acuden para atender a los niños y jugar con ellos.

Compromisos que dejan huella

Pero las actividades sociales desarrolladas por The Body Shop van más allá de las asistenciales, y se dirigen mayoritariamente al desarrollo de colectivos desfavorecidos, los Derechos Humanos, el compromiso medioambiental y la defensa de los animales.

Otra campaña en la que The Body Shop se ha implicado directamente es “Deja tu huella”, una acción de apoyo a Amnistía Internacional en 1998, en el 50 aniversario de la Declaración de los Derechos Humanos: en cada tienda The Body Shop, los clientes eran invitados a dejar sus huellas dactilares en solidaridad con todas aquellas personas que luchan por los derechos humanos en el mundo. Cada país franquiciado dio eco al caso de un preso de conciencia y, tras la campaña, las adhesiones continúan. España apoya a Ngawang Sangdrol, una monja budista condenada a diez años de cárcel por apoyar pacíficamente la independencia del Tíbet. La Fundación The Body Shop concede un premio internacional a las organizaciones humanitarias que cada año hayan destacado por su trabajo.

El comercio justo ha sido la última apuesta de The Body Shop por lograr otra forma de mercado. El programa “Ayudar comerciando”, basado en la compra de materias primas a pequeños productores siguiendo los criterios del Comercio Justo, es llevado a cabo por la propia firma comercial, con el asesoramiento de ONG pero sin la intervención de la Fundación The Body Shop. Según los principios de la empresa, “las relaciones comerciales pueden utilizarse para impulsar un cambio positivo, y las compañías que obtienen un beneficio de la sociedad están obligadas a realizar alguna aportación a esa sociedad”.

Estos intercambios no sólo se llevan a cabo en países del Sur, sino que se dan también relaciones comerciales con colectivos de economía solidaria en los países donde la compañía tiene tiendas abiertas. En España, la Fundación Deixalles, dedicada al desarrollo de personas en riesgo de exclusión a través de trabajos en madera, surte de cestas, envases y masajiles a las tiendas de la empresa en España. Sus folletos dan publicidad gratuita al trabajo de la ONG Setem en el ámbito del comercio justo.

Los primeros en conseguir apoyo total

A juzgar por los beneficios obtenidos por la empresa, el compromiso social de Anita Roddick es, además de transparente, absolutamente rentable. Sin embargo, y aunque la compañía se somete a auditorías sociales y medioambientales desde 1996, resulta sorprendente que ni una sola información contradiga las actividades de The Body Shop. Según Carlos, voluntario de Setem, “lo más curioso es que cuando entras en una tienda y preguntas por tal o cual cmapaña, lo normal es que al menos una dependienta sepa perfectamente de lo que estás hablando y te dan información, no se quedan sólo en la publicidad”.

Ni Amnistía Internacional, ni Greenpeace, ni los análisis más críticos sobre márketing social, como el libro de Carlos Ballesteros Marketing sin efecto, ponen en duda las intenciones de Anita Roddick al apoyar corporativamente a una ONG. En su última entrevista concedida a un medio español, reconocía que “las empresas no pueden representar los intereses de los pobres, pero si crees que los negocios no se definen por acumulación de beneficios sino por el reparto equitativo del dinero, has de ser consecuente con esa actitud. Además, al Gobierno le encanta que participes en estas cosas porque ellos no lo hacen”.

Aunque hoy han desaparecido las cremas a granel, las 2000 tiendas The Body Shop, en 49 países, continúan ofreciendo el mismo servicio de reciclaje, garantías ecológicas e información al cliente sobre la implicación social de la compañía. No se sabe qué ocurrirá si, como especulan algunos diarios de información económica, el matrimonio Roddick vende sus acciones. Pero, por el momento, la alternativa de otro mercado posible continúa siendo una realidad.

Hiroshima: el manga recuerda a las víctimas de la bomba

Reseña de Hiroshima de Kenji Nakayama“Este cómic es la prueba de que los seres humanos pueden sobrevivir a casi cualquier cosa. Pero no deberían tener que hacerlo”. Algunos críticos definieron así Adashi no Gen (Gen de los pies descalzos). Esta obra clave del Manga, la versión japonesa del cómic, está siendo por fin publicada en español bajo el título genérico de Hiroshima.

Kenji Nakazawa tenía seis años cuando la bomba atómica arrasó su ciudad. Su padre, su hermana y su hermano pequeño murieron abrasados ante sus ojos, y tanto él como su madre sufrieron los efectos de la radiación. Pero la familia ya había sufrido la exaltación irracional de un Japón totalmente volcado a la guerra. Todos los alimentos y bienes básicos eran para el Ejército. Los estudiantes debían trabajar en la industria armamentística, cuando no eran reclutados en masa. Las convicciones pacifistas del señor Nakazawa condenaron a la familia al ostracismo. El mayor de los hermanos de Keiji se presentó voluntario al escuadrón de kamikazes, los pilotos suicidas, para exonerar a la familia.

Antes, durante y después de la bomba

Nakazawa cede sus recuerdos al protagonista de su obra, Gen Nakaoka, uno de los “niños descalzos” cuya ropa, piel y cabello se volatilizaron el 6 de agosto de 1945, cuando la primera bomba nuclear fue arrojada sobre Hiroshima. A pesar de que la guerra se convirtió en un tabú en Japón, y que el horror de la masacre de Hiroshima y Nagasaki fue silenciado por EE.UU., Nakazawa se propuso contar su historia, y lo hizo a través de lo que era su medio de vida: el manga.

A lo largo de los siete tomos de la serie de los cuales se han publicado ya cuatro en España, el lector se da de bruces con una historia apenas contada, la de las víctimas japonesas de la guerra. El aspecto inocente de los dibujos contrasta con el relato totalmente descarnado de una historia en la que cada personaje, todos víctimas, puede convertirse acto seguido en verdugo de sus vecinos con tal de sobrevivir.

“Imágenes irresponsables”: cómo definir un manga

Esta dualidad entre el relato y el dibujo es, probablemente, uno de los aspectos distintivos del género Manga, y es el que ha chocado más a los lectores occidentales. La tradición de la caricatura, o viñeta humorística, tanto en China como en Japón, data del s. XVI, y esta evolucionó en el s. XX a una forma absolutamente particular de historieta.

Para este cómic japonés, el dibujo contiene la información esencial. A menudo ni siquiera necesita el apoyo del texto, si bien algunos de sus autores más representativos, como Katsuhiro Otomo o Rumiko Takahasi, son excelentes guionistas a la vez que dibujantes. El aspecto algo naif que algunos lectores ven en el manga procede también de esta esencialidad del dibujo: un manga no debe parecerse al objeto real, sino al representado. De ahí esos enormes ojos llenos de vida, que no tienen por qué ser realistas, sino transmitirnos emociones.

Esos mismos ojos expresivos transmiten el horror, pero también la esperanza, de Gen y sus hermanos en Hiroshima. Tratada como un clásico del Manga, se ha convertido en lectura obligatoria para los estudiantes de Secundaria en Japón, de modo que el objetivo de su autor parece cumplido: “que una nueva generación pueda pisar descalza el carbonizado suelo de Hiroshima, que sientan la tierra bajo sus pies, y tengan la fuerza suficiente para decir NO a las armas nucleares”.

Más información:

Otakuland ediciones

Un hombre llamado Vicente Ferrer

Publicado en Canal Solidario en 2002

¿Qué se puede escribir sobre un Premio Príncipe de Asturias de la Concordia, candidato al premio Nobel de la Paz, portada de la revista TIME y responsable de que más de dos millones de personas tengan calidad de vida y esperanza para el futuro?. Quizá lo único que quede por decir de este hombre es lo que el propio Ferrer se empeña en recordar, con escaso éxito: que es, nada más y nada menos, que un ser humano. Aunque de esto no se da uno cuenta hasta que lo conoce en persona.

En un acto de la Fundación Vicente Ferrer es fácil quedarse con las imágenes del “hombre-milagro”: Vicente rodeado de niños felices. Vicente junto a una cooperativa de mujeres. Vicente ante una repoblación de bosque de 300 hectáreas. Pero, cuando habla de los éxitos conseguidos por su organización en Anantapur, siempre emplea la palabra “nosotros” _nunca “yo”_ para referirse tanto a los colaboradores españoles como a los indios que trabajan activamente por su propio desarrollo. Él no lo sabe, pero esa actitud es el ejemplo más claro de la filosofía de esta organización.

Cuando Canal Solidario puede acercársele, en su última visita a Madrid, ya ha saludado a más de 600 simpatizantes y padrinos. Sin embargo, no quiere que le saquen del local: ha prometido hacerse una foto con los voluntarios que han organizado su visita. Sorprende ese interés por el detalle en un hombre por cuya organización han desfilado miles de personas. Pero lo cierto es que recuerda a todos los padrinos que le han visitado, y se interesa por los proyectos de cada voluntario. No deja de pedirles que regresen a Anantapur para poner en marcha tal o cual propuesta que le hicieron hace uno, dos o tres años. Es increíble tal capacidad de comunicación en una organización del tamaño de Rural Development Trust –RDT-, el nombre original de la Fundación Vicente Ferrer, pero para él parece fácil mantener el contacto.

Una vida al lado de los desposeídos

Vicente Ferrer tiene 81 años. Su vida ha estado marcada por una decisión: estar junto a los desheredados, siempre con las víctimas. Vivió la guerra civil española primero en el frente, como miliciano, y después en los campos de concentración de los vencedores; 48 años de cooperación como misionero y después como laico independiente; una expulsión de la India que duró varios meses; un cáncer de piel y tres hijos que trabajan con él y su esposa en RDT. Es consciente de todo lo que queda por hacer. Hace unos años, en una entrevista con el periodista español Fernando Baeta, Vicente Ferrer pedía más tiempo. “Si vivo más puedo hacer más. Me gustaría tener unos pocos años más para acabar de dar el impulso definitivo”.

Sin embargo, a pesar de su aspecto frágil y del fervor que le rodea allá donde va, Vicente Ferrer no es un anciano venerable separado del mundo. Aprecia el poder de Internet, le interesa el Comercio Justo, pregunta cómo utilizarlo para eliminar la pobreza. Sabe que su obra es la de mucha gente y que camina por sí sola, pero además quiere conocer a otras organizaciones. “¿Y vosotros qué hacéis en Internet?” Enseguida pregunta qué difusión tienen sus proyectos en Canal Solidario. “Quisiera ver lo que hacéis, pero tenéis que informar de muchas más organizaciones”.

Después de más de dos horas de velada y de una conversando con todos sus simpatizantes, Vicente es obligado a irse a descansar. Mañana tiene que viajar a Alicante. Pero lo cierto es que siguen llegando admiradores: un grupo de madrinas le piden autógrafos, la unión de damas de una parroquia suplica una foto con él… Vuelve a desaparecer el hombre atropellado por el fenómeno. Vicente Ferrer se da cuenta, y no parece gustarle, pero está resignado. Su capacidad humana sale de nuevo a flote cuando le saluda una simpatizante budista, rosario en mano, inclinada ante él. Miles de colaboradores de RDT practican religiones orientales, y Vicente ha asumido el espíritu ecuménico de ese país. A los saludos de la mujer responde con una bendición, “Namasté”. Pide que se acuerde de visitarle en Anantapur cuando peregrine a la India. Es su última lección: para este hombre, cooperación no significa otra cosa que fraternidad.

¡Vegetales oprimidos del mundo: uníos!

Publicado en Canal Solidario en 2003

Reseña de Mundo Vegetal de Javi Royo
A Javirroyo se le conoce en los círculos de aficionados al cómic por su personaje La Cebolla Asesina. Desde 1998, y a través de la editorial Subterfuge, Cebolla se dedicó a luchar contra los poderes establecidos del Mundo Vegetal, una parodia hiriente y desmelenada de lo que el dibujante llama “una sociedad adormecida”. A esta sociedad adormecida le ataca ahora de plano un nuevo personaje, Pepito Pepinito. Un vegetal de a pie que un día, harto del empleo precario, del mercadeo de las grandes empresas, de la explotación de los niños zanahoria del sur, y de programas de televisión como Gran Berzas, saca el superhéroe que lleva dentro y conquista su propia dignidad. No es que el panorama vegetal cambie mucho, pero Pepito, por lo menos, se queda a gusto. Y apaga la tele.

Este es el argumento de Mundo vegetal, un cómic de 12 páginas que Javirroyo ha dibujado para la Secretaría de Juventud de Comisiones Obreras, y que ha contado con la participación posterior de Juventud Obrera Cristiana y ACSUR-Las Segovias. Con este cómic, las tres organizaciones pretenden que los jóvenes, tanto los que trabajan como los que aún estudian o buscan su primer empleo, tomen conciencia de su situación y, a su modo, “saquen su superhéroe”.

Pike, Roncocola y Shit Technologies

El “mundo vegetal” que Javirroyo deforma hasta convertir en chiste macabro es, tristemente, muy parecido al nuestro. Los vegetales más jóvenes son adiestrados desde la guardería para comprar, comprar y comprar; y más tarde, para ganar más y más dinero que les permita seguir comprando. Cuanto más consumes, más posees, y más alto puedes llegar en el mundo vegetal, desde las pequeñas zanahorias del Sur que fabrican los balones Pike, hasta las patatas ejecutivas de las grandes multinacionales.

Por supuesto, las zanahorias del Sur están fuera del mercado. Pero, si naces en un huerto del Norte, tampoco puedes subir en el escalafón de compañías como Shit Technologies. No podrás lograrlo si, desde que eres un brote, no consumes productos como Roncocola, un misterioso brebaje que disuelve a sus bebedores poco a poco, hasta convertirlos en más refresco. Los que no se disuelven continúan alimentando un sistema basado en escalar y hacer, literalmente, zumo, a los vecinos.

Para conseguir una difusión masiva del cómic, la Secretaría de Juventud de CC.OO. ha editado una versión electrónica de Mundo Vegetal en formato PDF que se puede descargar gratuitamente. El cómic en papel, también gratuito, se puede solicitar en cualquiera de las sedes de las tres organizaciones. Quien desee difundirlo en su asociación o centro juvenil, está invitado a ello. Cuantos más lectores, mejor. Así, el “mundo vegetal” tendrá más superpepinos que berzas o patatas.